Turn On the Bright Lights no es un disco fácil de escuchar, como nunca lo fueron Unknown Pleasures o Closer de Joy Division. Las referencias son, sin lugar a duda, evidentes. Sin embargo, Interpol trata de despojarse de las cargadas atmósferas de la new wave británica de los ochenta con la ayuda de Pearl Jam o Sonic Youth, en un intento de hacer más asimilable un estilo que ya de por sí resulta pesado e inaccesible.
Por eso su intento no ha podido ser más afortunado. Los amantes de las melodías semigóticas y agobiantes de los ochenta encontrarán en Turn On the Bright Lights su revival particular. Respirarán aquellos ambientes claustrofóbicos e inquietantes sin perder un ápice de intensidad musical en “Obstacle 1” y “PDA”, las auténticas cumbres del disco. A costa, eso sí, de un cierto carácter repetitivo en varios de sus temas, como “The New”.
Más accesible parece “NYC”, donde se acercan más a Bruce Springsteen que a Pearl Jam o “Untitled”, un tema instrumental que abre el álbum recordando muy remotamente a Mogwai por su suavidad acústica, en absoluto reflejo de lo que está por llegar. “Say Hello To the Angels”, un rock ‘n’ roll con sabor a Iggy Pop; “Roland”, con un riff deudor de los Sex Pistols; y el luminoso cierre “Leif Erikson” son otros momentos destacados de un álbum que merece ser desentrañado con paciencia, canción por canción. Es un disco sombrío y angustioso y, en cualquier caso, no menos agradable de escuchar por sus características particulares.
Por eso su intento no ha podido ser más afortunado. Los amantes de las melodías semigóticas y agobiantes de los ochenta encontrarán en Turn On the Bright Lights su revival particular. Respirarán aquellos ambientes claustrofóbicos e inquietantes sin perder un ápice de intensidad musical en “Obstacle 1” y “PDA”, las auténticas cumbres del disco. A costa, eso sí, de un cierto carácter repetitivo en varios de sus temas, como “The New”.
Más accesible parece “NYC”, donde se acercan más a Bruce Springsteen que a Pearl Jam o “Untitled”, un tema instrumental que abre el álbum recordando muy remotamente a Mogwai por su suavidad acústica, en absoluto reflejo de lo que está por llegar. “Say Hello To the Angels”, un rock ‘n’ roll con sabor a Iggy Pop; “Roland”, con un riff deudor de los Sex Pistols; y el luminoso cierre “Leif Erikson” son otros momentos destacados de un álbum que merece ser desentrañado con paciencia, canción por canción. Es un disco sombrío y angustioso y, en cualquier caso, no menos agradable de escuchar por sus características particulares.
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