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martes, 23 de enero de 2007

Ensayo: Pasajes de perfecta confusión (Cortázar)

Para la asignatura Crítica Literaria
Licenciatura de Periodismo, URJC

Precisar con exactitud el acierto concreto sobre el que se asienta la genialidad del sublime escritor argentino supone toda una suerte de complejidades de tan injusta comparación entre ellas como absurda tarea de categorización. Precisamente, por ese laberinto de argumentos, tratar de estrechar todo el fondo (la base) y pretender reducirlo, en un impertinente ímpetu piramidal, a un leve vértice de dos páginas convierte cualquier comentario con pretensiones con el que contribuya en simple aportación subjetiva, casi inapreciable y casi siempre improductiva. Centrarse, pues, en un aspecto, en varios aspectos nuevos, concilian en mayor grado la labor primaria del escritor y la secundaria (aquí requerida) del analista aprendiz.

El juego realidad–sueño vive momentos de originalidad técnica, en mi opinión, al menos reseñables. Citemos algunos.

Cuando la obsesión de la isla alcanza a ocupar la mayor parte del pensamiento de Marini sus ensoñaciones se entremezclan con la realidad de su monótono día a día, haciéndole perder la perspectiva, el interés por los demás y, en extensión, provocando ocasionales molestias a los demás. Carla, la primera “stewardness” de la que se tiene noticia es, quizás, la primera víctima de sus disquisiciones obsesivas. En mitad de los encuentros, de sus conversaciones con ella, Cortázar coloca estratégicamente punto y coma (;) cada vez que Marini pierde interés por su realidad cercana y su mente vuela en busca de trazos más claros para su ofuscación: la isla. Por ejemplo: “La desconcertada decepción de Carla no lo inquietó (por su renuncia a la línea Nueva York); la costa sur de Xiros era inhabitable pero (…)” o también “A Carla le dolía la cabeza y se marchó en seguida; los pulpos eran el recurso principal del puñado de habitantes (…)”. La isla está ocupando todo su pensamiento y su vocabulario; por eso cada acotación referente a la actualidad se circunscribe con este signo de puntuación, uno de los más difíciles de utilizar, técnicamente hablando, pero también uno de los apetecibles por representar una jugosa ambigüedad.

La capacidad narrativa de Cortázar consigue pasajes de perfecta confusión, de sutil deslizamiento de ideas y, finalmente, de irrealidad enmascarada ilustrados con firmes propuestas estilísticas que Cortázar utiliza con bastante asiduidad pero no por ello menos eficacia. La destreza de su “táctica engañosa” se asienta sobre ciertos fragmentos en los que la narración, y con ella la atención del lector, pasa de un punto A a un punto B (digámoslo así) en cinco líneas a lo sumo. El ejemplo más claro, y ya citado: “Nada era difícil una vez decidido, un tren nocturno, un primer barco, otro barco, viejo y sucio, la escala en Rynos, la negación interminable con el capitán de la falúa, la noche en el puente, pegado a las estrellas, el sabor del anís y del carnero, el amanecer entre las islas” Partiendo del vidrio del avión, Marini ya está en la isla. Cinco líneas, lo dicho. Un lector ensimismado en el argumento, ingenuo o ignorante de las perversas ambiciones del escritor no repara en un primer momento en la habilidad. Cinco líneas es corto espacio como para preparar al lector; de repente está en B y no vuelve plantearse A si no es en posteriores lecturas. Como no se utilizan verbos, la sucesión de sustantivos, ligeramente aderezados con adjetivos, no crean la sensación aparente de movimiento, de acción. Tan solo de numeración, de continuación, casi de descripción. Por esto, el lector poco atento puede caer en una trampa, como ya digo, normalmente satisfactoria.

Como el espacio me controla, no agotaré mis recursos en este primer comentario, a la espera de futuros espacios valorativos. Me hubiera gustado hablar de la utilización de los adjetivos, una de mis señas de identidad preferidas en un escritor, como también sé que debiera haberlo hecho, correcta y normativamente, sobre el tema, el argumento y la tesis. Considerando semejantes mis contribuciones en tales campos a las del resto de lectores con cierta capacidad sensible e imaginativa, no he querido prestarles demasiada atención a su estudio. Si tal decisión merece amonestación o, por lo menos, falta de corrección, ruego se me comunique lo antes posible de suerte que pueda variar el rumbo en próximas peticiones.

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