...blog literario de rubén rojas yedra

lunes, 27 de mayo de 2013

"Instinto de supervivencia" (8/12)

Vio cómo se destrozaba contra el suelo quince pisos más abajo. Jenaro dio un paso atrás. Miró a su alrededor. Si nadie lo había visto, no podrían relacionarlo con el incidente. De todas formas, las señales en la calle eran evidentes; el rastro del estropicio se propagaba varios metros alrededor del lugar del impacto. La gente se agolpaba en torno, la policía estaba al llegar. Por su avanzada edad, Jenaro no podía escapar por los terrados, ni siquiera por la escalera de incendios. Todo su interés se centraba ahora en encontrar una buena justificación: quizá mostrarse enajenado o simplemente perturbado. 

«Te hará compañía, papá», le habían dicho los hijos. Y allí se la dejaron, y allí se quedó, plantada en mitad del salón. Jenaro no supo qué decir ni qué hacer con ella, que por lo demás tampoco mostraba signos de empatía, tan solo un rostro sombrío y ausente. Es por esto que cada uno hizo su vida por separado, aun conviviendo bajo el mismo techo, el del piso de alquiler en el que lo habían recluido sus hijos. «Mi tumba», solía quejarse. Jenaro la empleaba para algunas cuestiones prácticas y ella nunca protestó ante el escaso aprovechamiento que el anciano hacía de sus posibilidades, sin duda numerosas y muy complejas. Pero con el paso de los días, Jenaro se impacientaba. Su sola presencia llegó a irritarle, hasta el punto de ir acercándola disimuladamente hacia el balcón, esperar el momento justo y, como en un descuido, empujarla barandilla abajo desde la planta quinceava del edificio. Ahora tenía que borrar las huellas, solventar con éxito las preguntas de los agentes. Desde la mirilla, Jenaro observaba la escalera, oía el revuelo de los vecinos, a la policía preguntando piso por piso. Estaban al llegar. Jenaro sudaba, le pesaba la conciencia. Sin embargo, se veía inocente, había actuado por un instinto de supervivencia. Igual que ella, que, estrellada en la acera y llevada del mismo instinto animal, aún mantenía pendiendo de la barandilla, como un cordón umbilical que la uniera a su antecesor, el cable blanco de la antena.

*Instinto de supervivencia ha obtenido el tercer premio (categoría general) en el IV Certamen de Relatos Breves «Las Alcublas». Próximamente, aparecerá incluido en una antología de finalistas y seleccionados que editará la Asociación Cultural Las Alcublas.

9 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena Rubén! Lo cuentas muy bien, el único problema que le veo es que desde el principio supe qué es lo que no había tirado por la ventana y en el segundo párrafo, cuando la arrima al balcón, ya sabía qué era.
    abrazos

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    1. ¿Qué puedo decirte? Que tienes razón... Este es un micro sencillo al que se le ven las costuras. Yo también se las veo al 80% de los cuentos que leo por ahí y sus autores los defienden a capa y espada. Yo no voy a hacerlo. Un beso.

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  2. Jajaja, es divertido y tocas un tema el de la soledad y elabandopno de los ancianos que te hace reflexionar.
    Buen humor y tirándolas muy finas.
    Me gusta, Rubén, enhorabuena, estás que te sales.
    Suige y saludos

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  3. Enhorabuena por tus logros. Me encanta ver que personas como tú, que se esfuerzan a diario, consiguen esa preciada joya del reconocimiento. Y a seguir en la labor. No te detengas. Ánimo, este es tu año.

    Mil abrazos

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  4. Nieves martinez menaya18:24

    Tiene ese sello tuyo- inconfundible ya - de lo impecable, de lo pulido, de lo que se entrega sin rebabas. Un producto terminado, acabado, que uno no pondera lo que vale por puro discreto, como lo bien contado. No destaca, no fulmina, pero que alguien se atreva a intentar contar así de bien cualquier historia y verá que es MUY MUY difícil. Ahora este discurso no se lleva. Estamos en la era de los 3D de todo tipo y todo ha de ser desmedido-Ahora bien, que alguien intente contar lo que ha hecho esta tarde y lloras. No sabe ( no sabemos, al menos yo).
    Mérito el tuyo

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    1. Yo digo, Nieves, sin querer quitarte razón, que no siento demasiado apego por este micro. Quizá no valoro la sencillez como debiera o quizá lo considero un simple ejercicio. Un poco de todo hay. Leyéndote, sin embargo, me acerco más al texto y lo considero. Gracias, hermosa.

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  5. Nieves martinez menaya19:08

    Y es que tengo una manía: me fijo en el CÓMO ha contado alguien un hecho concreto.
    la Cenicienta puede contarse a un niño de mil maneras: en titulares, la periodística, la marujerosa, la poética, la fantástica, la onírica, la encriptada, la juliocortazesca, la borgiana, la metamorfosicokafkiana----la historia es la misma, solo que puedes abordar el final o no abordarlo, puedes adentrarte en la melancolía de la Cenicienta o no adentrarte. Eso sí: puede o no puede contarnos lo que la haga identificable pero sigue siendo nuestra Cenicienta. la historia importa, claro. pero.... los focos? hacia dónde dirigirlos?

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    1. ¡Los focos! Y lo que queda fuera del "encuadre", que también es historia. Y el que cuenta, también puede ser historia.

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  6. Nieves martinez menaya19:41

    la literatura es eso: historia sin luz, que por eso, si te lo cuentan bien, ves hasta lo que no tiene focos

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