Buenas tardes Rubén. Te reirás si te digo que es distinto entrar a tu blog y tenerte en la retina, que no tenerte.
Después de tres días, sólo puedo decirte una cosa: hay princesas de cuento que enarbolan a los príncipes más guapos, persuasivos, poderosos y ricos.
A mí me encanta que se tratara de un niño, y que su princesa fuera un pelín insolente, igual que el título. Pasaré por ENTC para ver cómo va el mes de mayo con tanto príncipe descarriado.
Bien. No es este un comentario que te desgrane la historia o que te ponga el micro patas arriba, sino un comentario a mi estilo, de esos que dicen ...¡me gusta Rubén! y si muchos lectores leyeran y les gustara, con eso bastaría. :)
¡Tienes razón! Y digo lo mismo; ahora que os conozco os leo con otros ojos. ¿Por qué será?
Muchas gracias por pasarte, Laura (y besos). Pero si todos me leyeran y les gustara, ¿con quién podría pelearme? Sería un mundo muy denso el del halago. Andaría lento y pesado como por el fango. Prefiero el empedrado de la crítica...
Esta princesa mía rechaza los halagos. ¿Por qué será?
Buenas tardes Rubén. Te reirás si te digo que es distinto entrar a tu blog y tenerte en la retina, que no tenerte.
ResponderEliminarDespués de tres días, sólo puedo decirte una cosa: hay princesas de cuento que enarbolan a los príncipes más guapos, persuasivos, poderosos y ricos.
A mí me encanta que se tratara de un niño, y que su princesa fuera un pelín insolente, igual que el título. Pasaré por ENTC para ver cómo va el mes de mayo con tanto príncipe descarriado.
Bien. No es este un comentario que te desgrane la historia o que te ponga el micro patas arriba, sino un comentario a mi estilo, de esos que dicen ...¡me gusta Rubén! y si muchos lectores leyeran y les gustara, con eso bastaría. :)
Chao y un abrazo.
¡Tienes razón! Y digo lo mismo; ahora que os conozco os leo con otros ojos. ¿Por qué será?
EliminarMuchas gracias por pasarte, Laura (y besos). Pero si todos me leyeran y les gustara, ¿con quién podría pelearme? Sería un mundo muy denso el del halago. Andaría lento y pesado como por el fango. Prefiero el empedrado de la crítica...
Esta princesa mía rechaza los halagos. ¿Por qué será?