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martes, 23 de enero de 2007

Ensayo: Divagaciones (Borges)

Para la asignatura Crítica Literaria
Licenciatura de Periodismo, URJC

Amplio espacio espero para tal fin puesto que a ello incita el texto de “El Aleph” de Jorge Luis Borges.

“El problema central es irresoluble: la enumeración, siquiera parcial, de un conjunto infinito”. Pues bien, trataré de resolver, con el impedimento de las sucesivas palabras para describir algo simultáneo (tal como dice Borges), partiendo de la distinción típicamente moderna (digamos Kant) entre verdades casuales y verdades necesarias. ¿Es posible la existencia de un punto donde convergen todos los puntos? ¿Es esto verdad casual o verdad necesaria? A diferencia de las verdades casuales, en el caso de las verdades necesarias no podemos representarnos el caso de que no fuesen, nos es imposible decir en qué consistiría su no existencia. Así, reconocer un enunciado como verdadero implica saber en qué consiste que sea verdadero y en qué consistiría que no lo fuese.

Sigue “El Aleph”: “Cada cosa era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo” Pero, ¿puede reflejarse el universo entero en un solo punto? La cábala y el Mengenlehre aportan conceptos, tal como existe el concepto de infinito como lugar impreciso en su lejanía y vaguedad y de eternidad como perpetuidad sin principio, sucesión sin fin. El Aleph es una idea confusa, no por la ausencia de concepto, sino por la imprecisión de sus límites y la confusión de su percepción sólida. A pesar de todo, Borges protagonista ya conoce este significado, impreciso y vago, pero imaginable por la mente humana, tan infinita a su vez, puesto que la curiosidad que le suscitó fue lo que le llevó a descubrirlo. Llamémoslo imagen, llamémoslo espejismo, pero concluyamos que se trata de un concepto, de una idea. Sea de lo que se trate y queramos, más o menos condescendientemente, pensar que así era, Borges no adolece de ignorancia con respecto al término y, aunque incapaz de darle forma mental sólida (como todos, por otra parte) es perfectamente consciente de que ha de dotar a Borges personaje de sensaciones de desequilibrio, de vértigo, de pena y de llanto. Y puede que el Aleph, como chispa instantánea de universalidad, sea una simple conjetura de lo que puede ser, de lo que pudiera ser o de lo que Borges protagonista o Borges narrador puede imaginarse que es o que puede llegar a ser, pero el personaje afirma: “sentí infinita veneración, infinita lástima”. Poco más que añadir, puesto que a este cuadro, a esta construcción del concepto que nos da Borges, Kant llama síntesis, donde concepto y sensación, unidad y pluralidad son las dos caras de una sola cosa, las dos caras del conocimiento. “Conocer” es la operación constructiva en la que el concepto representa la unidad de la pluralidad de la intuición. De ahí que para una completa comprensión del concepto (en este caso de eternidad) requiramos de la idea de construcción, en la que todas esas notas (Entendamos límites, forma, color, sabor, miedo, vértido, pena, llanto) quedan recogidas formando unidad.

Así, El Aleph existe, como existe el infinito, puesto que es aún más difícil aceptar que no existe e imaginar un mundo finito.


* * *

Dejando reposar mi lado filosófico y divagador de mi ser (resulta agotador durante peroíodos alargados) quiero hacer mención especial, para finalizar, del agudísimo léxico de Borges. Sin decir nada nuevo, es de tal destreza, de tal acierto que encuentro problemas para igualarlo a cualquier otro en cuanto a lo afilado de sus letras.

Por último, lanzar mis más recónditas vindicaciones para aquellos que consideraron aburrida tal lectura propuesta, apelando por mi parte a su ignorancia y su insensibilidad para catalogar productos de alto valor cuando lo tienen delante de sus narices. Terrorífica la sociedad en que vivimos.

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